Fiesta. Nuestra Señora del Pilar.
San Lucas 11,27-28.

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

En más de una ocasión, mis queridos jóvenes lectores, os he confesado la simpatía que siento por la imagen zaragozana de la Virgen, patrona de la Hispanidad, de la Guardia Civil y de Aragón. Fueron muy cercanas a ella, vivía entonces a no mucho más de cien metros, mis primeras vivencias religiosas, simultáneamente sufría la experiencia de una guerra civil, incomprensible para la criatura que yo era entonces. Vaya por delante, pues, mi aprecio a la Virgen del Pilar, que no es sino una representación plástica de Santa María de Nazaret, la madre de Jesús, nuestro Señor. Quien quiera saber más al respecto, que consulte años anteriores.


Hecha la advertencia, me limitaré a comentar los textos bíblicos que aparecen en la misa de hoy.


Los evangelios nos ofrecen unas ciertas y certeras pinceladas, referentes a la Virgen. Semejan, en composición literaria, un retrato pictórico expresionista. Aparece en el momento de la anunciación, en Caná, por tierras de la baja Galilea y junto a la Cruz. Otro texto nos señala que en Pentecostés también estaba presente.


El primer libro de las Crónicas nos explica vicisitudes del Arca de la Alianza. Se trataba de un gran cajón de la recia madera de los shittim, la acacia del desierto, que contuvo un poco de maná, la vara de Araón, y las lápidas donde se había escrito la Ley del Sinaí. Estaba cubierta por un monumental propiciatorio, una superficie plana a manera de tapa con dos querubines, frente el uno del otro, que aproximaban sus alas. Quedó con el tiempo vacía. Era esta vaciedad un símbolo de que la divinidad, el Dios de Israel, no estaba contenido en ningún ídolo. Más tarde se perdió. En el ámbito que llamamos “Santo de los Santos” del Templo de Jerusalén, tampoco había nada. Era la enseñanza más elocuente de la total realidad espiritual de Yahvé.


El Arca, que había contenido tan preciados objetos, es una preciosa imagen de lo que maravillosamente fue Santa María. En su seno se albergó, formó y creció, el Hijo de Dios. Todo acto de homenaje que a Ella tributamos se le dirige, como sublime “recipiente” pero, sin olvidarlo, a quien adoramos es al Señor, que estuvo en ella corporalmente, que se estructuró biológicamente de ella, que de ella, después de nacer, recibió protección, educación social y religiosa, y compañía en los momentos álgidos de su ejecución.


Paso ahora a la lectura evangélica. La buena mujer que escucha la predicación de Jesús, no puede contener su emoción y la proclama con el lenguaje de su tiempo. Hasta no hace mucho, en jerga popular, se hubiera dicho: ¡viva la madre que te parió!.


Es preciso que, por un momento, nos detengamos a pensar, las madres de ahora ¿influyen mucho en la formación de sus hijos?. ¿Tal vez hoy en día, quien recibiría el elogio, sería el parvulario o el centro escolar a donde había asistido de pequeño? (se oye a veces decir: es que yo fui a colegio de pago. Es cuestión de meditarlo)
La respuesta del Señor pudiera parecer un menospreció a quien le engendró y amamantó. Tal vez incluso los que lo oyeron así lo entenderían. María había educado al niño Jesús y reciprocamente había recibido educación e instrucción de Él. El comportamiento en las bodas de Caná lo evidencian. La modestia de María lo aceptaría, sin sentirse humillada. O, precisamente porque era humilde, lo escuchó serena.


Nos toca ahora preguntarnos ¿me afano por enterarme, leer la Palabra de Dios, sin prevenciones? ¿Acepto que hacerlo, si estoy dispuesto a ponerlo en practica, puede cambiar la vida profesional, las ilusiones de enamoramiento o los proyectos que uno pueda tener de residencia futura? Os confieso, mis queridos jóvenes lectores, que en mi larga vida, he conocido a personas que crecían por un camino que les parecía era el suyo, en el que pensaban iban a sentirse realizados, y un día se cruzo el Señor, sintieron que les confiaba algo diferente a lo que tenían imaginado, tuvieron la valentía de escoger lo que el Maestro les proponía y abandonaron en consecuencia lo que tenían proyectado. He conocido procesos de estos a mi lado, en otros casos me he enterado posteriormente. Ha sido fascinante la aventura, han llegado a donde nunca habían soñado. Y es que el Señor, director escénico en la historia, no quiere comparsas o teloneros, para todos nos tiene preparados protagonismos únicos.