I Domingo de Cuaresma, Ciclo B
Marcos 1, 12-15: "Se dejó tentar por Satanás"

Autor: Radio Vaticano

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

 

"Se dejó tentar por Satanás"

Dócil siempre a las mociones del Espíritu, una vez recibido el bautismo de manos de Juan en el Jordán y con el testimonio del Padre: "Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco", Jesús se encamina al desierto, para dar comienzo a su obra. Sabe a dónde va. No tiene prisas. Pedro nos da hoy, en frase feliz, la visión profunda: "Cristo murió por los pecados una vez para siempre, el justo por los injustos, para conducirnos a Dios". Discípulo de Pedro y compañero de sus correrías apostólicas había sido Marcos. Él nos informa en su Evangelio de aquellos comienzos: "Al punto el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás, vivía entre alimañas y los ángeles le servían" Es la escena que la Iglesia proyecta a nuestros ojos en este primer Domingo de Cuaresma.

Las páginas de la Escritura nos ofrecen la historia de la tentación en el Mundo, a partir de aquella primera del Paraíso, cuando el hombre y la mujer fueron seducidos por la serpiente. Son muchas las variantes. Unas veces es Dios quien pone a prueba a sus amigos, para poner de manifiesto su fidelidad. Otras, es el pueblo quien tienta a su Dios. En otras muchas ocasiones, son los hombres quienes sirven de tentación a sus hermanos, inclinados a la ambición, a la lujuria, al afán de dominio. Finalmente es Satanás, el tentador, el padre de la mentira, el espíritu del mal, quien tienta, seduce y arrastra hasta el pecado.

"No tentemos al Señor como algunos de ellos le tentaron -escribe Pablo, acordándose de la historia de Israel en el desierto- y perecieron víctimas de las serpientes... Todo esto les aconteció en figura, y fue escrito para aviso de quienes hemos llegado a la plenitud de los tiempos". Y añade: "Así, pues, el: que crea estar en pie, mire no caiga. No habéis sufrido tentación, superior a la medida humana. Y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas".

En este orden se destacan especialmente algunos personajes. Uno de ellos es José, el hijo de Jacob, que fue vendido por sus hermanos. Probado de mil maneras, soportando la calumnia y la cárcel, es un alto ejemplo de fidelidad y de libertad de espíritu. Es figura de Jesucristo, calumniado, perseguido, traicionado y vendido. También lo es Job. ¡Cuán elocuente, cuán útil su lección para nuestro mundo, empeñado como está en despreciar el misterio de Dios e ignorar el misterio del hombre! Job no perdió la calma, mantuvo su fe. Su postura será siempre una hermosa lección de fidelidad, de entrega, de sumisión en manos de Dios. Pero ni Job, ni José, ni personaje alguno del Antiguo Testamento pueden igualarse a la realidad de Jesús. Ellos eran figuras, anuncio, sombras anticipadas. La luz es Jesucristo. Nadie coma él ha mantenido la serenidad, la paciencia, la firmeza, la apertura a Dios, que Él mantuvo inalterable a través de una vida de tentaciones, de pruebas y dificultades. No fue sólo al principio en el desierto. En lucha constante con los demonios y con los hombres, llevó adelante su obra de salvación de todos los pecadores. Con su muerte y resurrección, nos ha librado de toda esclavitud.

La posibilidad de ser tentados va unida a nuestra naturaleza. Por una parte, estamos abiertos a la trascendencia. Por otra experimentamos nuestra limitación. Estamos afectados e inclinados al mal desde nuestro nacimiento. Y, con todo, somos conscientes de que Dios es quien nos aguarda siempre en lo más íntimo de nuestro corazón. Así, aparece constante el peligro del fallo. En esta encrucijada es donde aguarda al hombre la prueba, la dificultad, la tentación. Que unas veces tiene su origen en nosotros mismos; otras, en nuestro choque con el mundo, con el ambiente, con las ideologías ambientales, con las cosas.

Sólo un amor probado en la verdad y en la justicia, sólo una apertura desinteresada hacia Dios y hacia los hombres, sólo la humildad y una confianza ilimitada para con Dios, nos abren el camino hacia la victoria. Jesús será siempre el modelo, el punto de referencia, la ayuda eficaz. Él se dejó tentar por Satanás. Él vencerá en nosotros toda tentación.

Para afianzar en nuestra vida este criterio y renovarnos en este espíritu, se nos ofrece a todos este santo tiempo cuaresmal. Si sabemos aprovecharlo, llegaremos a la celebración de la Pascua del Señor con aumento de gracia y santidad; dispuestos siempre a la conquista del Reino de Dios.