IV Domingo de Pascua, Ciclo B
Juan 10, 11-18: "Yo soy el Buen Pastor"

Autor: Radio Vaticano

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

 

"Yo soy el Buen Pastor"

Como buen judío, Jesucristo conocía perfectamente la historia de su pueblo. De labios de su Madre y de San José, primero, y luego en la Sinagoga, cuando se hacía la lectura, había ido aprendiendo los acontecimientos fundamentales de la Historia de Israel. Hoy, que tanto ha crecido el gusto por los estudios históricos, y somos conscientes de lo que, en todos los ordenes, significa la toma de conciencia histórica, nos podemos dar cuenta de lo que, para un israelita, significaba la compenetración con el pasado de su pueblo. Ni en su propia vida, ni en el ejercicio de su ministerio profético, Jesucristo prescindió del peso de aquellos acontecimientos, en los que -él bien lo sabia- Dios había intervenido una y otra vez para salvar a su pueblo.

Todo esto era el pasado, que Jesús conocía perfectamente, como buen israelita. Mas, ¿cuál era la realidad presente?... Para Jesucristo, que tenía conciencia de su vocación, el presente era éste: Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por sus ovejas. Para esto había sido enviado. Y él no rehuyó la realidad; se enfrentó serenamente con ella. Fue fiel a su vocación. Cuando las gentes del pueblo le llamaban "Hijo de David", porque presentían en él al Mesías, Jesús tenía ante sus ojos la imagen de aquel "Siervo de Yahveh", que había de entregarse a la muerte por los pecados de todos. Mientras las ovejas andaban dispersas, siguiendo cada cual nuestro camino, él se ofrecía para llevar sobre sus hombros la carga de todos nosotros. "El buen Pastor da la vida por las ovejas". Criterio seguro para reconocer al Pastor. Cuando él se entregaba al sacrificio, entonces podrían reconocerle como Mesías enviado por Dios, como Pastor de su pueblo. Jesús añadió algo más. Repitió de nuevo: ""Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí". Oíd el comentario de un gran pastor de la Iglesia. Dice San Gregorio Magno: "Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas", es decir, que las amo. "Y las mías me conocen", habla como si quisiera dar a entender a las claras: los que aman vienen tras de mí. Pero el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía" (Hom 14,3). El que no ama la verdad es que todavía no la ha conocido... Nos quejamos de que escasean las vocaciones. Es que son muchos los adolescentes y los jóvenes que no conocen todavía la verdad. Y somos nosotros quienes hemos de ponerla ante sus ojos. Entonces se despertara la vocación. Como Jesucristo, que conocía la verdad y se entregó a la llamada del Padre.

Esto del conocimiento tiene que ver mucho con el amor. El conocimiento que vale para la vida no es aquél que se mantiene en las alturas de la pura razón, sino el que desciende para mirar a los hombres de cerca y, a impulsos del corazón, penetrar en la intimidad. ¿Queréis ver como el amor y el conocimiento se compenetran? .... Recordad aquella palabra de Jesús: "Muchos me dirán aquel día: Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos los demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces yo les diré: ¡jamás os conocí; apartaos de mí, obradores de iniquidad!" (Mt 8,22-23).

¡Jamas os conocí!... "Yo conozco mis ovejas"... ¿Ves como el conocimiento está condicionado por el amor? Las conoce y ¡no los conoce! Acuérdate de Pedro. Estaba en el atrio del Pontífice. Había negado ya dos veces a Jesús. Los soldados y las criadas le acuciaban: "Tú también eres de los suyos". "Entonces él se puso a echar imprecaciones y a jurar. ¡Yo no conozco a ese hombre!" (Mt 26,74).

No conoces, Pedro, a ese hombre. Ahora el miedo puede en ti mucho más que el amor. Día vendrá en que ese hombre, delante de tus compañeros, te pregunte también tres veces: Pedro, ¿me amas tú más que éstos? Y tú, ahora con toda humildad, le responderás: "Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo". Y él te dirá: Apacienta mis ovejas (Jn 21,15-17). ¿Entendéis, hermanos, hasta qué punto el conocimiento de que habla Jesucristo supone una implicación personal, un compromiso, una entrega?...

El secreto de todo esto, está más escondido. Lo reveló Jesús cuando añadió: "Yo conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí; como el Padre me conoce y yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas". Sí, realmente aquel conocimiento del Padre le llevo a la muerte. Como el Padre le conoce y lo resucitó, y le dio el triunfo sobre todos nuestros enemigos.

Que el encuentro con Jesucristo este domingo haga que todos nosotros nos entreguemos a él. Para que, cada uno en su puesto, podamos decir con sinceridad con Jesucristo: "El buen pastor da la vida por sus ovejas".