Fiesta de la Sagrada Familia, Ciclo A
Mt 2,13-23:
Toma al niño y a su madre y huye a Egipto. No comprendieron lo que les decía

Autor: Radio Vaticano

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

 

Eclo 3,2-6.12-14: El que teme al Señor honra a sus padres
Sal 127: Dichosos los que temen al Señor
Col 3, 12-21: La vida de familia vivida en el Señor
Mt 2,13-23: Toma al niño y a su madre y huye a Egipto

No comprendieron lo que les decía

Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia y los textos de la liturgia hacen referencia a temas familiares. Este domingo Mateo narra la huída a Egipto, pero nosotros leeremos el Evangelio de Lucas que narra el pasaje del Niño perdido y hallado en el Templo, y como frase central destacamos el diálogo: “-Hijo, ¿por qué nos has tratado así. … Pero ellos no comprendieron lo que les quería decir”. Que los padres no comprendan a sus hijos y que los hijos se alejen de sus padres parece ser algo común. Decimos: diferencia generacional, ley de la naturaleza, el mundo cambia vertiginosamente. En tiempo de Jesús no daban explicaciones sociológicas y sucedía lo mismo. El hijo siempre da un paso adelante respecto a sus padres. Y esto es motivo de conflicto entre padres e hijos.

Y junto a esta ley de la vida está la otra ley de la vida: los hijos que veneren a sus padres serán venerados a su vez por sus propios hijos. El respeto a los padres, la obediencia, dejarse guiar y acoger sus consejos… son signos de sabiduría filial. Y he aquí que, entre el respeto y la obediencia debida y la fuga hacia delante de los hijos, surge la tensión familiar. Es necesaria la tensión, es bueno que haya discordias, para que se pueda producir la comunicación. Si no hay opiniones distintas y necesidades encontradas no es posible el diálogo. Y el diálogo es el lugar donde verdaderamente nos encontramos los seres humanos.

Es modélico este diálogo entre Jesús y sus padres: “-Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. “-¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que quería decir”. San Lucas no se ahorra contar la tensión y el conflicto; lo pone de manifiesto, y de una forma un tanto trágica: La Madre dice que se sentían angustiados; tres días de angustia eterna; buscaron entre parientes y nada, buscaron entre amigos y conocidos y que no aparecía, hasta que se decidieron dar marcha atrás y volver al punto de partida, a Jerusalén. Allí estaba, entre doctores en el Templo, sentado en medio de ellos, escuchando y haciendo preguntas, dando respuestas. “Los que le oían quedaban asombrados de su talento”.

Este es el panorama de angustia, desasosiego y asombro que creó Jesús cuando sólo tenía doce años. Y sus padres sin entender nada. Menos mal que la historia acaba bien, se encuentran y Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. El relato de Lucas da respuesta también a ese tema de la tensión entre padres e hijos. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros: enfadarnos con el niño, gritarle, darle dos cachetes...? ¿Cómo resuelve el conflicto María? He aquí la lección de una madre y de un padre que saben educar. El conflicto generacional lo resuelve San Lucas con esta frase: “Su madre conservaba todo esto en su corazón”.

Lo que no se entiende, no se entiende; no nos rompamos la cabeza con explicaciones o con enfados y peleas inútiles; aceptemos que los hijos son diversos, que tienen inquietudes e ilusiones que rompen nuestros esquemas; ahora, eso sí, escuchémosles, estemos atentos a sus movimientos, interesados y abiertos a lo que puedan aportar de nuevo; y no dejemos de hacerles preguntas, porque aquí está el secreto: la pregunta por lo que hacemos y cómo lo hacemos obliga a dar respuesta, obliga a pensar, obliga al diálogo. Quien se pregunta nunca está quieto, y Dios vendrá en ayuda con su respuesta.

De María, de José, de Jesús, de la Sagrada Familia aprenderemos esta lección. También ellos formaron la familia ideal, la del encuentro entre padres e hijos, pero asumiendo juntos el dolor de las diferencias, de las contrariedades. Y en último término, “familia perfecta” no porque las explicaciones que se dieron fueran suficientes, no porque llegaran a un acuerdo, sino porque se aceptaron: María guardó en su corazón lo que no entendía y Jesús comprendió la angustia de su madre y se sometió a su autoridad.

Así es como se crece en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres. La familia sigue teniendo hoy una función insustituible: ser una comunidad de amor, donde las diferencias se integran abriéndose a los demás.