III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mateo 4,12-23:
Convertíos, está acerca el reino de Dios. Arrepentíos que está cerca el reinado de Dios

Autor: Radio Vaticano

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

 

Is 8,23b-9,3: El pueblo en tinieblas vio una gran luz
Salmo 26: El Señor es mi luz y mi salvación.
1Co 1,10-13.17: Pónganse de acuerdo; superen sus divisiones
Mt 4,12-23: Convertíos, está acerca el reino de Dios

Arrepentíos que está cerca el reinado de Dios

Entre el Reino de Dios y el reinado de Dios. El Reino alude a un territorio y posesión, el reinado al ejercicio del poder real. El universo entero es territorio de Dios, estamos en su Reino; otra cosa es que le dejemos reinar sobre nosotros. La libertad que Dios concede a sus creaturas marca el límite y la diferencia entre las dos palabras. Cuando Jesús nos habla de este tema a veces dice que el reinado se acerca, llega, comienza, y que en el Reino se entra, uno se puede incorporar a él. Está por llegar y ya está. Es trascendente y presente, es diferido y actual. Podríamos decir que las dos palabras señalan la tensión en que vive el hombre, somos nosotros quien hemos de situarnos y tomar partido para deshacer la ambigüedad aparente.

Así es como nos orientan las lecturas de este tercer domingo del tiempo ordinario. Primero Isaías; alude al territorio de Zabulón y Neftalí, donde el pueblo que caminaba en tinieblas se encontró con una gran luz, y después el evangelista Mateo retoma aquella profecía para reclamar la conversión ante la inminente llegada del reinado de Dios.

Y este es el tema central de la predicación de Jesús, la conversión por la cercanía de Dios y de su reino. La conversión es un momento clave de la vida interior de cada uno de los hombres, pero tiene múltiples características y se realiza en diversos períodos de la vida. Nosotros hablamos de conversión, cuando se trata de una transformación que cambia la dirección en la vida. Pero hay otras conversiones cotidianas, y sin embargo importantes para el desarrollo del alma humana.

Se habla también de la primera y segunda conversión y, a veces, de la tercera. La primera significa el alejamiento de los pecados graves que obstaculizan la vida sobrenatural. Las sucesivas conversiones se refieren a etapas ulteriores en el camino del alejamiento del mal y del acercamiento a Dios. Este es el primer tema que descubrimos en la palabra de la liturgia de hoy.

El segundo tema es el de la vocación, la llamada de los primeros Apóstoles. Unos “estaban echando el copo en el lago”; otros “estaban en la barca repasando las redes”. Todos dejaron la tarea y se marcharon con Él. Comienza la aventura de la Iglesia: Jesús convoca, llama no a una tarea concreta, sino a una forma de ser, llama a sentirse llamado y, en el trabajo que sea, a “seguirle”. Desde ese momento ya no soy yo quien desempeña un oficio, es Dios en mí. El llama, yo me siento llamado, respondo y al responder me dejo llevar a donde El quiera y como el quiera. San Ignacio de Loyola rezaba así: “Tomad Señor, mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, mi voluntad”. Esto es la vocación: liberarme de mis ataduras, para atarme a quien me libera.

Estos dos momentos -el de la conversión y el de la vocación- son de vital importancia en la vida de cada cristiano. Yo pongo de mi parte un deseo, el que todo ser humano lleva dentro de ser el ideal de sí mismo. En realidad es un deseo que ha escrito Dios en cada corazón, pero dejémoslo como propio, porque sale de mi corazón. Y Dios pone la fuerza amorosa del Padre que, en su confianza, nos salva.

En esto consiste la madurez cristiana, primero en el deseo de alejarnos del mal, la ruptura con el pecado, con todo lo que se opone a Dios y a su voluntad, y se acerca a la santidad cuya plenitud es Dios mismo. Y segundo en aceptar mi trabajo, mi vida, como un lugar donde Dios irrumpe para que mi trabajo sea redentor. He aquí el camino para que todo cristiano sea “pescador de hombres”, liberador de esclavitudes, echador de demonios y de males, sanador de todo tipo de enfermedades… ¿O es que no has experimentado en tu vida que cuando te acercas a un dolorido, con amor, el dolorido sonríe?

Cuando hace años planteamos la conversión como camino proselitista, captar a otros para se bauticen y formen parte de la Iglesia católica, no teníamos en cuenta que quien llama es Dios, que Dios respeta la libertad y que esta es la propuesta de Jesús al comienzo de su vida pública. La forma de ser de Jesús, la forma de ser el cristiano es la verdadera llamada. El “mirad cómo se aman” de los primeros cristianos fue el revulsivo en las primeras comunidades contra civilizaciones decadentes, tal vez como en nuestro tiempo.