II Domingo de Cuaresma, Ciclo A
Mateo 17,1-9:
La transfiguración

Autor: Radio Vaticano

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

Gn 12,1-4a: Vocación de Abrahán
Salmo 32: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros
2Tm 1,8b-10: Dios nos llama y nos ilumina
Mt 17,1-9: La transfiguración 

La transfiguración: morir para dar vida

La transfiguración del Señor, es el relato de una experiencia mística de tres discípulos de Jesús: Pedro, Santiago y Juan. Parece que esta experiencia no la tuvieron los otros discípulos. Y el evangelista San Mateo que lo relata dice que Jesús les mandó no contar a nadieesta visión hasta el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. El Hijo amado, el predilecto, tiene que pasar por la prueba de la muerte, y los discípulos cayeron de bruces, dice Mateo, porque el plan de Dios desconcierta a los hombres. Queremos la resurrección sin la muerte, cuando es nuestra condición, como la del grano de trigo, tener que deshacerse para producir cosecha abundante. Un grano en el surco produce cuarenta si él mismo desaparece. Morir no es morir, sino engendrar vida abundante. Esta será la muerte de Cristo, y para que lo entiendan los discípulos les anticipa la experiencia de la transfiguración.

La presencia deslumbrante de Jesús, Moisés y Elías y el “qué bien se está aquí” de Pedro, anticipan ese tiempo de la resurrección de entre los muertos. La humanidad en camino hacia el encuentro transformador con la divinidad, cuando también ella participe de esos “Vestidos resplandecientes” que ahora contemplan los discípulos.

Pues bien, el no se lo contéis a nadie, que los expertos llaman “secreto mesiánico”, no es otro secreto sino el de morir para dar vida. No es un tema este para la razón, sino una invitación al corazón. Sólo desde el amor, y en el ámbito de la comprensión amorosa, es donde son posibles las experiencias místicas, el éxtasis. Y eso, por muchas palabras que tengamos, no se puede contar. O se experimenta o no se sabe nada. No se puede decir. “Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

“Subir el monte”, evocando las experiencias de Moisés y Elías “cara-a-cara” con Dios. La “Nube”, siempre relacionada con Dios. Las tres tiendas, simbolismo del éxodo y de la salida de la esclavitud. Los vestidos blancos, símbolo de la nueva vida en las personas. Y las palabras de Dios que salen de la nube: “Este es mi hijo amado, escuchadle”… son otras tantas experiencias por las que ha pasado el pueblo de Dios y que no se pueden decir si antes no las ha interiorizado. Las podemos predicar y escuchar repetidamente, siempre queda en secreto lo que quieren decir. Por eso discutían los tres discípulos y por eso podemos seguir discutiendo nosotros sobre la otra vida.

Falta una cosa para dar el salto y descubrir el secreto: la muerte. De ahí la insistencia de los tres evangelistas que narran la transfiguración, en “No contéis a nadie…”. No lo entenderíamos. Pero no lo entendemos porque no queremos saber nada de la muerte. Cuando Jesús anunció que el Hijo del hombre tenía que padecer mucho y sufrir la muerte a manos de los sumos sacerdotes y letrados, Pedro se le encaró y obtuvo la respuesta pertinente: “-Retírate, Satanás! Piensas al modo humano, no según Dios.

Una religión que quiere controlar la gloria pascual sin asumir la entrega total de la propia vida, aunque esta entrega lleve consigo la cruz, no es buena religión. Sería una religión humana, demasiado humana, pero no realista. Pensar al modo humano puede ser aparente y atractivo, pero no es realista si excluye algo que pertenece a lo humano, como es el esfuerzo que lleva el trabajo, el dolor que conlleva la entrega, el sufrimiento de la propia donación, el desprendimiento que incluye la muerte.

Como esto no lo acepta la razón, por muy verdad que sea, la voz que sale de la nube dice: “Este es mi hijo amado, escuchadle”. Quien ha experimentado a Jesús en su interior estará preparado para entrar en el secreto de su gloria.

San Pablo dirá a Timoteo en la segunda lectura: Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según las fuerzas que Dios te de,y le da como motivación que Jesucristo destruyó la muertey sacó a la luz la vida inmortal. Este es el secreto que pretende manifestar la transfiguración del Señor, la vida nueva que los cristianos podemos estrenar ya en esta, aunque esté llena de duros trabajos. Es la fe en el Hijo amado, muerto y resucitado, a quien podemos escuchar mientras caminamos por este tiempo de conversión.