Solemnidad del Corpus Christi
Jn 6,51-58:
Mi carne es verdadera comida. Quien come de este pan vivirá para siempre

Autor: Radio Vaticano

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

Dt 8,2-3.14b-16a: Te alimentó con el maná
Salmo 147: Glorifica al Señor, Jerusalén
1Co 10,16-17: El pan es uno, igual nosotros
Jn 6,51-58: Mi carne es verdadera comida

Quien come de este pan vivirá para siempre

Antes de entrar en la tierra prometida Moisés pronuncia tres grandes y solemnes discursos ante el pueblo. La primera palabra que le dice es “recuerda…”. En la memoria del pasado encontramos sentido al hoy de cada generación. Recordar, para conectar con el pasado glorioso, es parte de la historia de fe, o de la salvación. Dios no sólo ha irrumpido en un momento dado en la historia de este pueblo, sino que ha estado presente con su pueblo en los momentos alegres y tristes. Nunca le ha abandonado.

En esa tierra que ofrece Dios a Moisés el pueblo no carecerá de nada. Es figura de la salvación anunciada por Jesús, el banquete definitivo y eterno. Y la tercera palabra de Moisés al pueblo, para alcanzar esa tierra, esa salvación, es que no equivoquemos el camino olvidando a Dios y descuidando sus mandamientos, normas y preceptos.

El sí a la vida, el sí a la salvación, es el sí al camino que nos lleva a ella. Por eso el Papa Benedicto XVI no se cansa de repetir que los mandamientos de Dios no son prohibiciones, no son “noes”, sino afirmaciones de vida y salud. Los “noes” no vienen de Dios, sino del hombre que dice “no” a Dios, porque él sólo pretende salvarse.

Y así sucedió desde entonces hasta hoy. El pueblo que pasó la prueba del hambre del desierto, cuando se encontró en una sociedad próspera y consumista se olvidó de Yahveh. Fue entonces cuando estos discursos de Moisés adquirieron plena actualidad y Moisés les volvió a recordar que “no sólo de pan vive el hombre sino de cuanto sale de la boca de Dios”. Mateo retomará este verso para afrentar las tentaciones de Jesús en el desierto.

En la fiesta de hoy del Corpus Cristo, Jesús se propone como Pan de vida, ante las hambres de nuestros desiertos. El es el verdadero maná que Dios da a la humanidad. Todos los demás panes (el dinero, el sexo, el consumismo, la fama, el poder...) no logran saciar plenamente las ansias de hambre del corazón humano, más aún dejan un hambre mayor... Viene entonces Jesús con su palabra y sus gestos, con su propuesta de Reino y Alianza y hace posible un mundo lleno de posibilidades en donde todo se comparte y nadie pasa necesidad.

El evangelio de San Juan nos va a recordar que esta aspiración de toda la humanidad, “vivir para siempre” no se logra a través de experimentos médicos o científicos, sino a través del amor, más grande que la ciencia y la medicina, y más verdadero para el hombre. “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”… el que coma de este pan vivirá para siempre”. ¿Y qué garantía nos da Jesús de esa vida para siempre si nos alimentamos de él mismo? La respuesta no teoriza, no se va por las ramas, nos reenvía a nuestra propia experiencia: hemos probado y hemos comido demasiados panes que no sacian, que dejan con más hambre. Y así remite a las palabras y a la experiencia del pueblo de Israel: “vuestros padres comieron y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre”.

Vivirá para siempre. Comer la carne del Hijo del hombrey beber su sangre no nos ha de escandalizar, es lo que hacemos los humanos cuando gastamos la vida desinteresadamente por los demás. El amorpone al servicio nuestro cuerpo, nuestra sangre y toda nuestra vida, hasta darla, si es preciso. para otros tengan vida. Es lo que hizo Jesús, darse del todo, les amó hasta el extremo. Ahí encontramos nuestra salvación.

Pablo dirá a su comunidad que el pan es uno, así debemos ser nosotros, los cristianos. La palabra clave es el Cáliz, el Pan... ¿no nos "une" a todos, en la sangre, en el cuerpo de Cristo? Pone de relieve el grave compromiso de unidad, de comunión entre todos. La fe es un compromiso por la entrega a los demás en Cristo para formar un solo cuerpo. La unidad en la universalidad, es un tema de gran actualidad. Un solo cuerpo expresa la dimensión sacramental de la Iglesia que en la diversidad de razas y culturas visibiliza al Cristo total.