Solemnidad: Domingo de Pentecostés
San Juan 20,19-23: Recibid el Espíritu Santo

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)  

 

Hch 2,1-11: Se llenaron todos de Espíritu Santo
Salmo 103:Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra
1Co 12,3b-7.12-13:Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu
Jn 20,19-23: Recibid el Espíritu Santo

Recibid el Espíritu Santo

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Los Hechos de los apóstoles narran cómo todos se llenaron de Espíritu Santo y empezaron a predicar y a anunciar la Buena Noticia. En la Primera carta a los corintios, San Pablo dice que nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Y que en esa unidad en la confesión, hay sin embargo diversidad de dones, diversidad de ministerios y diversidad de funciones, pero en el mismo Espíritu; un mismo Señor, un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu de una forma distinta para el bien común. En base a este encargo uno, y múltiple a la vez, la Iglesia ha compuesto el himno que conocemos como Secuencia, implorando la venida del Espíritu sobre nosotros.

Así pues, leamos esta Secuencia, y a continuación les propongo otra, compuesta por quien les habla, deseando ser expresión de pluralidad en las formas de rezar, de invocar al mismo Espíritu con diversas palabras, cosa que cada cristiano debería hacer, de acuerdo con su situación particular, para dejar que el Espíritu se revele en todas las circunstancias.

He aquí la Secuencia que nos propone la Iglesia en el día de Pentecostés:

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno

Y ahora la Secuencia, inspirada en la de la Iglesia, pero con variaciones propias:
Ven, Espíritu Santo, que aleteas en lo alto, luz que penetra las almas,
Padre amoroso del hombre, fuego que enciende la llama de la vida y de la historia.
Espíritu de vida y de paciencia, vigoroso animador en el trabajo,
Descanso en los esfuerzos y las penas,
Seguro de los que creen, ilusión de los que esperan,
Calor de los que aman y obedecen la voz de su conciencia.
Ven, Señor de la aurora, a poner rocío en las plantas,
Luz en el firmamento, frescor en los jardines,
Brillo en las cascadas, vida en los seres vivientes,
Y en los hombres y mujeres, proyectos, afanes y entregas.
De este mundo en lucha templa las voces opuestas,
Pacifica a los pueblos en guerra,
escucha el grito y la queja de los débiles, pequeños y los que siembran y esperan.
Animador y profeta del entusiasmo del hombre que trabaja y que recrea
la obra de tus manos: constelaciones, planetas, arquitectura celeste,
Ingeniería de estrellas, medicina del alma en las venas.
Consuela el fracaso y el éxito de los Poetas, Matemáticos, Juristas, Informáticos y Estetas.
Mientras el Universo rueda, esta Creación te aclama:
Señor que rige y gobierna minerales, plantas, hierbas,
animales del agua, del aire y la tierra.
Y la palabra sincera, que tú hiciste Verbo en el hombre,
te canta, te pide y te reza: ¡Ven Espíritu Santo, Renueva la faz de la Tierra!

No sin razón dice Pablo: "Donde hay Espíritu de Dios hay libertad", y donde autonomía (el ser humano, y su bien, se hacen ley), y donde hay libertad, se fomenta la pluralidad de las personas en camino hacia la unidad. El Espíritu, que es veraz, es quien hace resplandecer la verdad, la autenticidad, a vida, como dice Juan en su evangelio. Que venga un nuevo Pentecostés sobre nuestro mundo para acabar con esta ola de intolerancia e intransigencia que nos invade por doquier