XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6, 60-69

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)  

 

 

Llegamos al vigésimo primer domingo del tiempo ordinario, y en este ciclo B de lecturas dominicales la liturgia nos presenta como primer lectura parte del capítulo 24 del libro de Josué, el salmo es el 33, el capítulo 5 de la Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios y el evangelio es el capítulo 6 de San Juan. Hay dos ideas centrales en esta liturgia dominical, una es la fidelidad al seguimiento del Señor, que veremos en la primera lectura y el evangelio, y la segunda idea está en la lectura de Efesios que hace referencia a la vida de pareja, de fidelidad podemos decir, en el interior de la familia, que también se traduce en fidelidad a Dios. Dispongamos nuestro espíritu, nuestro corazón y nuestra inteligencia para interiorizar el mensaje de hoy.


El libro de Josué, del que leemos hoy un trocito del capítulo 24, pertenece a los llamados libros históricos del Antiguo Testamento, es el primer libro de esta serie y viene inmediatamente después del libro del Deuteronomio, el último libro de la ley o Pentateuco como lo conocemos hoy. En este capítulo 24 Josué reúne a todas las tribus de Israel, llama a los ancianos, a los jefes, a los jueces, a los magistrados y al pueblo, para que se presenten ante Dios y tomen una decisión trascendental: o lo siguen o se van con otros dioses. Josué ha llegado a este extremo después que ha terminado de guiar al pueblo a la tierra prometida, después de los 40 años en el desierto, y después de la muerte de Moisés, que vio la tierra prometida, pero no entró en ella. El pueblo había sufrido muchas pruebas, mucho tiempo de sufrimientos, de escasez de alimentos, de sed, porque el camino seguido era árido, difícil. Dios actúo varias veces aliviando esos dolores, recordemos el maná, las codornices, el agua de la roca. Pero el pueblo tenía la tendencia a regresar a las antiguas prácticas, a los antiguos dioses, a otros dioses. Recordemos también la escena del becerro de oro. Ya establecidos en la tierra de la promesa, asaltan nuevamente a las gentes la búsqueda de seguridades y bienestar en otros dioses. Josué interpela a los dirigentes e interpela al pueblo, seguirán a Dios, o se irán con otros dioses, él ya ha tomado la decisión con su familia de permanecer con el Dios que le sacó de Egipto y de la esclavitud, y el pueblo también toma esa decisión, no dejarán al Dios bueno que les dio la salvación. Vuelven sobre su opción fundamental.


En el evangelio, que es continuación de los domingos anteriores donde Jesús dijo que él era el pan vivo bajado del cielo, que quien comiera su carne se salvaría, se presenta a los discípulos diciendo que ese modo de hablar es inaceptable, que no se puede seguir a alguien que ofrece su carne para se comida de salvación. Y muchos le dejan. Aquí es bueno que distingamos entre los discípulos y los doce o los apóstoles, porque en el texto se dice que Jesús también le preguntó a los doce si lo dejaría, y Pedro dijo que no, porque él tiene palabras de vida eterna. A Jesús lo seguía mucha gente, muchos eran cercanos y seguían sus enseñanzas, son los discípulos, los seguidores. Este era un grupo amplio, en los evangelios se dice que antes de una misión, el Señor envió por delante a los 72. Estos eran discípulos. La relación de estos discípulos con Jesús era de seguimiento y enseñanza, y muchos de ellos conformaron las primeras comunidades. Pero de entre ese grupo Jesús escogió 12, y los llamó apóstoles, porque serían sus enviados. A los dos grupos Jesús les interroga sobre sus opciones y les plantea si lo siguen o lo dejan, no puede haber medias tintas en el seguimiento del Señor. Y como decía antes, muchos de los discípulos lo dejaron, los doce permanecieron fieles, al menos 11, porque sabemos que Judas sería el traidor. En nuestra vida también el Señor nos pide que hagamos opciones, nos propone su palabra y su ejemplo de vida, pero nos deja en la libertad de seguirlo o dejarlo. No es un Dios opresor, un Dios que limita nuestra libertad, sino que al contrario, se arriesga a dejarnos en libertad para que le aceptemos y estemos con él. Hoy el Señor te está pidiendo nuevamente que revises tu opción fundamental, y a que le digas si quieres seguir con él, o irte con los dioses que propone la sociedad de hoy.


La segunda lectura de la carta a los Efesios también habla de la fidelidad y la opción por Cristo, como si fuéramos esposos, proponiendo precisamente la vida esponsal como ejemplo práctico de la vida del creyente con Dios. La primera parte muestra claramente la mentalidad machista de la época, de la que no escapa san Pablo, al plantear la total sumisión de la mujer al marido. Es claro que en nuestra sociedad ese planteamiento es inadecuado porque el matrimonio exige una relación de respeto y de valoración tanto del varón como de la mujer. Por eso veamos este trocito entendiendo las categorías culturales de la época paulina. Pero más adelante el mismo san Pablo evoluciona en cuanto a esas ideas retrógradas, al plantear el respeto que el marido debe tener por su esposa, el amor con el que la debe colmar, el hacerse una sola carne como nos dice Dios desde el principio. En verdad que esta parte de la carta a los Efesios invito a que la lean con atención, especialmente quienes están casados y a que valoren la gracia que les ha dado Dios con el sacramento del matrimonio, sacramento del amor humano y del amor de Dios por nosotros.