XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 9, 30-37

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

Este domingo es el vigésimo quinto del Tiempo Ordinario, recordamos que estamos en el ciclo B, es decir, el segundo año del ciclo de tres en los que está organizada la liturgia de la palabra dominical. Las lecturas propuestas son del libro de la Sabiduría en su segundo capítulo; meditamos el salmo 53 respondiendo “El Señor sostiene mi vida”, la segunda lectura es continuación de la Carta del Apóstol Santiago, esta vez leemos el final del capítulo 3 e iniciamos el capítulo cuarto, para finalizar las lecturas con el capítulo 9 del Evangelio según San Marcos. En esta liturgia de la Palabra el Señor nos pide testimonio y humildad.

El Libro de la Sabiduría está escrito para enseñar a los creyentes a vivir bien, a vivir según el pensamiento de Dios. Recoge aspectos de la vida corriente de las personas, de su época, claro, iluminadas por la gracia de Dios, y por ello, aunque tenga elementos antiguos, siempre es novedad para todos los tiempos, en especial para nosotros. Y por qué digo esto, porque asistimos en nuestros días a tantos avances tecnológicos, a tantas cosas que hacen más ligera la vida, más llevadera, pero muchas veces no nos hace crecer. Saber vivir, vivir bien, no es sólo cuestión de confort, sino que es cuestión de estar tranquilos en nuestra conciencia que hacemos las cosas correctas, y si somos creyentes, seguimos los preceptos y valores que nos da Dios. Y ese es el reclamo que hacen los malos en la primera lectura, del libro de la Sabiduría. Los que llevan una vida apartada de Dios y haciendo cosas que humanamente no se deben, se ven denunciados por el proceder del justo, por las buenas acciones de quien actúa siguiendo los principios de Dios. Y los malos reaccionan diciendo que van a ver hasta qué punto Dios está con los justos, a ver si Dios los salvará. Y es claro que aún cuando se viva en dificultad, Dios no desampara a sus seguidores. Esta lectura nos debe motivar para que tengamos la misma actitud de los justos mencionados en el Libro de la Sabiduría, es decir, conocer bien nuestra doctrina, nuestros mandamientos y valores, y simplemente vivirlos, predicarlos cuando se nos pida razón, pero que los demás vean nuestra actuación y se den cuenta que actuamos, que nos mueven son los valores de Dios en quien creemos y a quien amamos.

El Evangelio de Mateo nos presenta a Jesús enseñando a sus discípulos sobre los valores que deben regir en la relación entre ellos, que no son los mismos de la sociedad que tal vez valora más la competitividad y el poseer, que el ser humilde y servidor. La sociedad, en tiempos de Jesús, en nuestros días se organiza en función de dirigentes que tienen potestad de mando, de organización, de dirección. Es claro que en la evolución de los tiempos las formas de dirigencia han cambiado, y hoy se proclama y se vive más por la democracia, por la elección en función de las ideas y del servicio. Y los valores que propone Jesús a sus discípulos podemos decir que también deberían ser observados por los servidores públicos. Jesús dice que quien quiera ser el primero, que sea el último de todos, el servidor de todos. Y propone el ejemplo de los niños, que son generosos por naturaleza, son inocentes, sin dobleces. El Señor afirma que recibir a uno de esos pequeños es recibirlo a él y a quien lo ha enviado. Como vemos, Jesús plantea las relaciones personales y comunitarias sobre la base del servicio, de la humildad, no del poder o de la inteligencia, como si lo hace la sociedad de hoy. Servir significa estar dispuesto a ayudar al otro sin buscar privilegios, sin buscar ventajas, sino tratando de que todos seamos iguales. Es una tremenda lección que en nuestros días debemos aprender, porque hoy las relaciones de poder son las que mandan, y el dinero está por encima de todo. El Señor nos hace el llamado para que, como creyentes, aportemos a la sociedad de hoy la capacidad de servicio y de humildad tan necesarias para que se vuelva a encontrar el camino de la dignidad en el ejercicio de las funciones públicas.

El apóstol Santiago, en el trozo de su carta propuesto como segunda lectura, nos alerta sobre las causas de las divisiones, luchas y confrontaciones que como sociedad y como familias tenemos. ¿De dónde surgen estas cosas se pregunta el apóstol? De los deseos de placer, de las codicias, de las ambiciones, es decir de las cosas bajas que como humanos experimentamos, y a las cuales no les damos la justa solución, sino que nos dejamos dominar por ellas, nos dejamos dominar por el pecado. De modo que antes que buscar excusas fuera de nosotros, el apóstol nos invita a revisar nuestros corazones y aponernos delante de Dios, para que con su misericordia, encontremos el perdón y desenterremos de nuestro ser estas cosas que nos alejan entre nosotros, y nos alejan de Dios.

Te invito hermano a que tomes en cuenta los consejos que Dios, con su Palabra te da hoy. Te invita a ser humilde, a ser servidor de los demás, y te invita a desterrar de ti las motivaciones que te alejan de los demás. Cuentas con su gracia y su misericordia para volver a se como un niño, como lo pide Jesús en su evangelio.