XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia

 

 

Evangelio según San Lucas 16, 19-31

Domingo Bíblico Nacional

Es importante escuchar la Palabra de Dios para conocerla, amarla, vivirla y poder responder a esa Palabra que Dios nos escribe y pone en nuestro corazón y mente. El próximo año, a instancia del Santo Padre, Benedicto XVI, habrá un Sínodo sobre la Palabra de Dios, que será muy importante para todos nosotros y nuestras comunidades.

Evangelio: El hombre rico y el pobre Lázaro

Queridos hermanos, en el Evangelio de hoy vemos la perspectiva del Juicio Final, del rendir cuentas. También de la pobreza y la riqueza. Creo que todos estamos tomando conciencia que somos administradores y que tenemos que rendir cuentas, porque la perspectiva del futuro tiene peso sobre el hoy.

Es decir, como tengo que rendir cuentas y encontrarme con Dios, cara a cara, de toda mi administración, ¡eso gravita en mi hoy, en mi actitud, en mi trabajo, en mi actividad, en mi comportamiento! ¿Por qué? Porque si quiero vivir allá, lo tengo que resolver acá. Y acá se amasa lo que allá se va a gozar y contemplar.

Por lo tanto, siempre nuestro trato es relacional. Está el futuro, lo escatológico, el fin último, lo absoluto, Dios, la trascendencia, y toda la realidad de ese mundo entra a tallar acá porque es lo más importante. La presencia de Dios, de lo absoluto, es una fuerza dinámica de transformación y de cambio permanente y continuo.

Uno puede decir “acá hay responsabilidades”, “acá hay que educar”, “hay que hacerse cargo de la vida”, “hay que tratar de recibir todo lo que una persona tiene que recibir”, pero es cierto que hay gente que no tiene posibilidades, es cierto que hay gente que está viviendo marginalmente, es cierto que también hay gente que está excluida sin proyectos, sin contención familiar y social, ¡es cierto!

Pero estos males que son injustos, nosotros y la sociedad tenemos que modificarlo ¡pero nunca va a suplir la responsabilidad personal! Porque esa responsabilidad personal, por más que esté debilitada o acotada por muchos factores externos, siempre es una responsabilidad. Dicho de otra manera ¡hay que hacerse cargo de la vida!, ¡cada uno es responsable de su propia vida, de su propio destino!, ¡y cada uno es responsable de su propia maduración!

Por ahí dicen: “¡ay si yo hubiese conocido a Jesucristo!”, “¡ay si yo hubiese tal otra cosa!”, son excusas porque tenemos que vivir el encuentro profundo con Dios, en este hoy, en este momento, en este tiempo, ¡aquí y ahora!

Les dejo mi bendición, para que vivamos responsablemente y poder responder -en este hoy- bien concretamente. También les recuerdo que octubre es el mes del Rosario. ¡Qué bueno sería que volvamos a tomar la costumbre de rezar el Rosario en familia, como nos lo pide la Virgen María!


En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.