XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Lucas 19,1-10 

La conversión de Zaqueo 

Es muy conocido este Evangelio de San Lucas, donde Jesús se encuentra con Zaqueo. Lo primero que hay que decir es que Dios viene a todos, a los pobres, a los ricos, a los buenos y a los malos. ¡Dios viene para todos! En segundo lugar algo muy importante, el Señor, que viene para todos, llama a Zaqueo, lo busca; pero resulta que hay mucha gente alrededor de Jesús y no todos lo miran con fe, no todos lo miran con entusiasmo, y no todos lo miran con interés para descubrirlo. Hay un misterio muy grande y muy especial. La cercanía no es solamente física sino que es una cercanía de la fe, una cercanía espiritual. 

¿Y qué pasa en el corazón de Zaqueo?  El está entusiasmado y lo quiere ver. Y cuando lo encuentra, experimenta una transformación, un cambio, una conversión. Dios lo tocó con su mirada, con su voz y le dijo “Zaqueo, baja pronto porque tengo que alojarme en tu casa”  

De nuevo está siempre el resto de la gente, que no entiende nada, que mira lo externo, lo formal y no entienden. Creen que entienden, pero no entienden. ¡Cuántas veces el juicio humano se equivoca! ¡Cuántas veces nos equivocamos en los juicios humanos! ¡Cuántas veces no sabemos mirar desde adentro, o mirar desde Dios! No entendemos y creemos que entendemos; juzgamos, creemos que conocemos y no conocemos nada o muy poco. Hay que pedirle siempre a Dios poder mirar con la mirada de Jesús, con el corazón de Jesús, con la misericordia de Jesús 

Siempre recuerdo este relato: por la orilla de aquel lago, donde Jesús caminaba con sus apóstoles, había un animal muerto, en estado de descomposición. Los discípulos se alejaban de él porque despedía un fuerte olor. Y Jesús les dice, “pero vean que hermosos dientes tenía este animal.”  

¡Qué importante es saber ver sin ideologías!

¡Saber ver y reconocer a la persona como persona! 

Cuando uno ve con ideología, actúa caprichosamente, arbitrariamente, despóticamente. Acepta a aquellos que piensan igual y rechaza al otro que no piensa como él. La ideología ve ideas. En cambio Jesús ve y ama personas. Nosotros en la Iglesia no amamos ideologías sino que debemos amar a las personas.

La actitud de Zaqueo es reconocer que el Señor lo tocó, lo transformó, lo cambió y resueltamente dice: “voy a dar la mitad de mis bienes y si he defraudado a alguien, devolveré cuatro veces más” Esto es muy importante: cómo la presencia del Señor abre el corazón, y también abre las manos y el bolsillo transformándose en generosidad.  

Muchas veces tenemos caridad, pero a veces esa caridad en el dar es ambigua. A veces, dando nos buscamos a nosotros mismos y tratamos al otro como un objeto para que reciba nuestra dádiva. Sin embargo, cuando uno no trata al otro como un objeto o como un consumidor, lo trata como una persona y una persona merecedora de lo que uno, libre y gratuitamente, le quiere dar. 

Zaqueo se convirtió y cambió de vida. Que también nosotros tengamos la misma actitud de conversión y cambio de vida. El arrepentimiento, que es intelectual, reside en la voluntad, en el cambio de vida. Muchas veces el egoísmo, las pasiones, frenan nuestra conversión. Hay que pedirle al Señor que nos libere de la presión de la pasión y del egoísmo para que podamos vivir libre y gratuitamente.  

Zaqueo hizo lo suyo, que también nosotros imitemos a Zaqueo.

Que nosotros, merecedores por la fe del amor de Jesús, podamos cambiar de vida.

¡Zaqueo lo hizo, hagámoslo también nosotros, cada uno de nosotros, todos nosotros! 

Les dejo mi bendición:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amen.