VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

San Lucas 6, 12,13. 17. 20-26: Las Bienaventuranzas

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Lucas 6, 12,13. 17. 20-26

 

Recordatorio

 

Internacionalmente hoy es la Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y se pide mundialmente por los enfermos. En nuestro país celebramos el Día Nacional del Enfermo el 2º domingo de noviembre. Elevemos una oración a la Virgen de Lourdes, para que ella nos dé la conversión y la salud que todos necesitamos.

 

Evangelio: Las Bienaventuranzas

 

Este es un anuncio que transforma el mundo; y que será transformado por las Bienaventuranzas. Es original, algo nuevo. Siempre las cosas de Cristo provocan una nueva realidad. Es una definición que ilumina, que ubica, que enaltece, que da brillo, que da sentido y que da proyección. La aceptación implica una vida nueva. Ante las bienaventuranzas, uno puede decir ¡sí!, y tiene fe; pero también puede decir ¡no!; y da lugar a la incredulidad. Se trata de una nueva relación con Dios.

 

Las bienaventuranzas no son separadas de la persona que las ha pronunciado ¡que es Jesús! El ha traído una nueva realidad y provoca un cambio sustancial, profundo y existencial. Toca las raíces de nuestra vida y de nuestros proyectos, porque Él ha resucitado, ¡es verdad! Y por eso todos nosotros podemos ser felices. ¡Los pobres, los que tienen hambre; los que lloran; aquellos que sufren a causa de las incomprensiones, de la envidia o del egoísmo o del orgullo! ¡Tantas cosas que van pasando en la vida de los hombres!

 

Las Bienaventuranzas no son simplemente leyes, sino que es el Evangelio puro. Y ante este Evangelio puro uno tiene que escuchar, tiene que dejar todo y seguirlo. Escuchar y no oír. Escuchar atentamente y confiar en Aquel que nos habla.

En Aquel que nos dice.

En Aquel que nos consuela.

En Aquel que nos ilumina.

En Aquel que nos fortalece.

 

Siempre, estas Bienaventuranzas implican de parte nuestra un trabajo, una tarea: El nos da ese don y nosotros ponemos un trabajo, una tarea.

Implican también una renuncia: hay que aceptar ser pobre; hay que aceptar permanecer siendo fiel; hay que aceptar -si uno tiene hambre- no perder la confianza, la paz y el equilibrio.

Como implica una renuncia Jesús especifica cuál puede ser la prestación requerida para cada virtud que reclama la Bienaventuranza. Dicho de otra manera: Dios no nos quita los sufrimientos, Dios da sentido a los sufrimientos.

 

En un sentido positivo nos da la posibilidad de la transformación; del ofrecimiento; del cambio. Ante un dolor, una injusticia, un sufrimiento, o nos quebramos o lo podemos mirar con una mirada abundante de amor  y caridad,

 

Yo creo que esto es lo que tenemos que hacer: mirar la vida, la realidad, y servir ante ella con caridad. ¡Que nunca el mal pueda romper el bien! ¿Que  nunca “este” mal que ustedes puedan estar pasando o sufriendo los quite del bien que es mayor, mucho más grande e intenso. Siempre la presencia de Dios nos lleva a la confianza, a la esperanza y a la perseverancia. ¡Tenemos que perseverar!

 

¡Acuérdense!: si nosotros damos lugar al malo, el malo por medio del orgullo, por medio del pecado, muerde e inquieta, como si fuera un cáncer te va consumiendo de a poco. El resentimiento, la revancha, el rencor, el odio, muerde e inquieta y no te da paz.

 

En cambio, donde hay gracia de Cristo hay paz.

¡Acuérdense que la verdad se concede a aquel que la busca!

Busca la verdad, vive en paz y vive el espíritu de las Bienaventuranzas.

 

Les dejo mi bendición.