IV Domingo de Pascua, Ciclo C

San Juan 10, 27-30: “Yo soy el Buen Pastor”

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Juan 10, 27-30

Evangelio: “Yo soy el Buen Pastor”

 

Jesucristo es el Buen Pastor, que ofreció su propia vida por nosotros al Padre. Porque es el Buen Pastor es nuestro guía: es camino, verdad y vida. El es el Señor, no nos deja huérfanos, está con nosotros. Es el Pastor, y en el pastor lo que persuade es su palabra, pero lo que manda es su Vida, como nos dice San Atanasio.

 

El Papa Pablo VI decía muy bien, en el documento sobre la evangelización: ¡hoy el mundo no escucha lo que enseña, y si los escuchan es porque los que enseñan dan testimonio, por eso son escuchados!

¡Es muy importante unir fe y vida!

¡Vida iluminada por la fe!

¡Y una fe coronada por la vida, por la obra y por la fidelidad!

 

Este Buen Pastor, que escucha al Padre y que da la vida por las ovejas, también invita dentro de nuestra comunidad, dentro de nuestra familia, y llama a algunos para que lo sigan más de cerca y para que se identifiquen con Jesucristo, el Buen Pastor.

 

Yo soy muy conciente de los desafíos actuales, del mundo moderno. Muchas veces pareciera que los desafíos y los riesgos son superiores a los logros y los resultados. Pero no hay que asustarse, porque siempre el Evangelio es superior a los riesgos y desafíos.

 

Los problemas son importantes pero siempre están sostenidos, iluminados y resueltos por las grandes y profundas motivaciones de cada día. Lo importante es sentir al Señor que sigue llamando. Llama para que uno deje las redes, deje su vida y siga los pasos más de cerca.

 

¡Y los llama para que amen más!, no para que amen menos, no porque son fracasados en el amor deben seguir al Señor, “porque no tienen otra cosa que hacer.” Al contrario, el Señor no elige a gente inepta, elige a aptos. Y porque los elige, los hace aptos para esta misión.

 

Y si el Señor pone la mirada en algún joven… que esté atento a lo que Dios pide, y que también esté disponible a la respuesta… porque Dios no defrauda jamás.

 

¡Qué cosa hermosa! El Padre y El son una misma realidad y nosotros, con Cristo, por gracia, también seremos una misma realidad.

 

El Pastor que, para poder guiar, debe identificarse a Jesucristo, el Señor. Esta vida eterna, este Amor que no tiene ocaso, este Amor que no tiene fin, que se concreta en entrega, en sacrificio, en sufrimiento, en donación para los demás.

 

¡Qué cosa hermosa que este sacerdote “sea comido” por las necesidades de las personas!

¡Qué cosa hermosa que al sacerdote “lo cansen” los verdaderos problemas de las familias y de la humanidad!

¡Qué cosa hermosa es envejecer sirviendo al Señor en la Iglesia!

¡Qué cosa hermosa es saber que uno puede amar más!

 

Este domingo del Buen Pastor, pidamos al Pastor que siga llamando. Y pidamos a los jóvenes que sean capaces de escuchar, que no tengan miedo que vayan donde Él los mande. Y recuerden que el Señor no sólo está en ellos, sino que también el Señor camina con ellos.

 

Les dejo mi bendición.