II Domingo de Adviento, Ciclo A

San Mateo 3, 1-12: Juan Bautista, el Precursor

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Mateo  3, 1-12

 

Evangelio: Juan Bautista, el Precursor

 

Estamos ante la figura de San Juan Bautista, el último de los profetas, el gran profeta que prepara el camino para la venida del Señor. Fue enviado para enderezar los caminos, allanar las dificultades, para mostrar dónde está Jesucristo el Mesías, el Cordero de Dios. El Bautista tenía un anuncio, una predicación, de “convertirse porque el Reino de Dios estaba cerca.”

 

Cristo ya vino a nosotros, el Mesías está en medio nuestro, no tenemos que esperar a otro, ya que Él es la Palabra Eterna de Dios que se encarnó en el seno virginal de María. Pero también no sólo lo tenemos que conocer, sino también seguirlo, imitarlo y amarlo. El conocimiento es lo primero, sí, pero si el conocimiento no termina en la verdad, es incompleto. A veces nos conformamos con muy poco: “conozco”, como si ya fuera suficiente. No. Conocer es el primer paso que nos lleva a la verdad y a la plenitud de la Obra. Es muy importante llevar a las obras el conocimiento que nosotros tenemos de Dios.

 

Hay que mirar siempre a lo alto, porque es la mejor posición de la verdad. Pero su actitud es la de esperar siempre nuevas luces. Estamos en espera porque siempre habrán nuevos desafíos, nuevas posibilidades. Pero también tendremos la luz de Dios que nos va indicando cómo tenemos que vivir.

 

El primer testimonio, el de la verdad, no es la palabra sino las obras. Jesús lo decía en el Evangelio de San Juan: “si no quieren creer en mis palabras, crean al menos en mis obras.” Y esto es importante para que no nos conformemos con tan poco. Conocer, amar servir y entregarnos a Dios y los demás.

 

Cada uno de nosotros tiene que ser discípulo, pero también tiene que ser testigo del Dios vivo.

¡Hay que salir de la modorra, del sueño!

¡Salir de la oscuridad, del pecado!

¡Salir de las distintas esclavitudes que ahogan nuestro corazón y asfixian nuestra alma!

 

En este Adviento, cada uno de nosotros tiene que dar el paso hacia adelante y hacia arriba. Nos dice Juan el Bautista “no se conformen con decir ‘tenemos por padre a Abraham’”, como si yo conociera a fulano de tal, como si yo soy tal cosa, o yo antes fui monaguillo, o yo antes iba a la Iglesia, o yo antes rezaba. ¿Y ahora que estas haciendo de tu vida? ¿Cómo te estás comportando ahora? ¿Cómo te sirvió todo eso y en qué quedó?

 

¡Por eso es importante la coherencia!

¡Por eso es importante la continuidad!

¡Por eso es importante el cumplimiento!

¡Por eso es importante la convicción!

 

Cada uno de nosotros tiene que dar frutos, y frutos en abundancia. Por lo tanto vamos a pedirle al Señor que nos de siempre esa fuerza de señalar dónde está Cristo; de seguirlo a Cristo y dar la vida por el Señor, para que podamos vivir unidos a Él, unidos a los demás hermanos y poder estar en paz con todos.

 

Que demos frutos y frutos en abundancia. Y si alguno tiene miedo de no darlo, o pone excusas para no darlo, recuerde que está teniendo poca confianza y poca certeza en la seguridad de la presencia de Dios en cada uno de nosotros.

 

Esa es la certeza de Dios que nos dice “¡ánimo, no tengan miedo, yo estoy con ustedes hasta el final de los tiempos!”

 

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén