II Domingo de Pascua, Ciclo A
San Juan 20, 19-31: “¡La paz esté con ustedes!”

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Juan 20, 19-31

 

“¡La paz esté con ustedes!”

 

Lo más importante es cómo el Señor hace superar el temor de los discípulos que están encerrados porque eran perseguidos. El Señor se les aparece y ante ese temor les dice “¡la paz esté con ustedes!” No les quita el temor pero les da sentido, con la paz, a ese temor.

 

Así nos pasa en la vida. Dios no nos quita el problema, pero dándonos su amor, su gracia, nos ayuda a enfrentar los problemas. No nos quita los sufrimientos, pero nos da sentido para poder llevarlos adelante. Esa paz es un don de Dios pero que también es una conquista nuestra.

 

Es importante que vivamos este misterio de la Resurrección de Cristo no de una manera individual, sino en comunidad. Los cristianos nos reunimos los domingos para escuchar con atención la lectura de la Palabra de Dios, nos reunimos para ofrecer, para agradecer y para tomar el Cuerpo Santo de Dios, el Cuerpo Santo de Cristo.

 

La reunión del domingo, que es el día libre por así decirlo, es libre porque hay que dedicárselo al Señor. Y dedicándoselo al Señor, ese día es más libre. Esto es interesante porque a veces decimos “¡estoy libre, uf tengo que ir a misa!, ¡qué barbaridad! ¡Yo que quería descansar, tengo que ir a Misa!” Si quieres descansar, ve a Misa porque allí encontrarás tu descanso, tu alegría, tu encuentro, tu solaz y tu paz.

 

Debemos darnos cuenta que el Señor es enviado y que nos da su paz, pero que también nosotros tenemos esa tarea. Recibimos la paz de Dios pero no hay que guardarla, no hay que archivarla. Esa paz hay que comunicarla.

 

Así como Cristo fue enviado por el Padre, también nosotros somos enviados por Cristo para cumplir con una misión. Nuestra Iglesia tiene que ser una Iglesia de puertas abiertas. ¡Llamamos a la gente, pero hay que darle lugar en la Iglesia a la nueva gente! No llamarla, que vengan y después no hay lugar. ¡Hay que hacerles un lugar! Siempre ante la mesa uno puede colocar otra silla. Y colocarla con alegría y no con fastidio. Es importantes ser coherentes entre lo que uno pronuncia, dice, y los gestos que hace.

 

Comunidad abierta, creativa, misionera. Que piensa, que reflexiona. Que  gravita, que todas sus cosas las va ubicando en su vida. Cuida la familia, participa en las cosas de la sociedad y sobre todo tiene criterio de discernimiento, de verdad, de honestidad, de transparencia y de justicia. Cosas que, a veces, nos pueden estar faltando.

 

Pidamos al Señor vivir como resucitados en la Iglesia. Siempre atentos al bien común. Al bien de la Iglesia y al bien del mundo.

 

Hoy nada se puede separar.

Hoy nada se puede descartar.

Hoy nada se puede tirar.

Y sin embargo, a veces hasta los sistemas usan y tiran a los demás.

¡Cuántos pueblos tienen hambre!

¡A cuántos pueblos les falta el agua!

¡Cuántos pueblos no tienen tecnología!

¡Cuántos pueblos sufren por tantas cosas y que, ciertamente tenemos que estar atentos si queremos ayudarlos, ayudémoslo en el desarrollo! Como decía Pablo VI “el nuevo nombre de la paz es el desarrollo”

 

Les dejo mi bendición en el Nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.