III Domingo de Pascua, Ciclo A
San Lucas 24, 13-35: Jesús Resucitado, los discípulos de Emaús: la Eucaristía

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Lucas 24, 13-35

 

Jesús Resucitado, los discípulos de Emaús: la Eucaristía

 

¡Es tan grande la experiencia del Resucitado que es imposible abarcarla totalmente! Y también es cierto, y de un reconocimiento muy claro, que todos nosotros tenemos una cierta incapacidad para poder descubrirlo y reconocerlo.

 

Por eso siempre es importante darnos cuenta del auxilio que necesitamos, la fuerza del Espíritu Santo, para poder descubrir y reconocer al Señor, al Mesías, al Enviado, al Ungido, al Resucitado. ¡No podemos si no contamos con la ayuda y el auxilio de Dios!

 

La fe es objetiva y no un invento subjetivo de un producto de la necesidad humana, sino que es el asentimiento de algo objetivo, algo dado. Lo divino que se revela y lo humano que conciente. Los discípulos de Emaús tenían fe, pero no lo reconocen porque tenían una fe insuficiente, limitada, inmadura, no crecida.

 

Eso nos puede pasar también a nosotros, que muchas veces hemos recibido la gracia de Dios, hemos recibido el perdón de Dios, hemos recibido la Eucaristía , hemos vivido momentos muy importantes pero luego, en el vaivén de los tiempos, uno se descorazona, se desanima, de desilusiona, se torna escéptico, desconfiado. Y a Cristo sólo se lo reconoce “al partir el pan”, ¡ la Eucaristía !

 

El Señor se quiso quedar en al Eucaristía que es cúlmen y fin de toda la vida cristiana. No es un grupo reunido alrededor de sus intereses personales o de un ideal de filantropía o filosófico o un código moral. ¡Estamos reunidos, en la Eucaristía , alrededor de la Persona por excelencia: Cristo crucificado y resucitado! ¡Es la fuerza unificadora que nos envía a la comunidad y a los demás!

 

La Eucaristía es un encuentro profundo con el Señor pero que nos lleva a dos realidades: a la evangelización, la misión y nos lleva a lo social. Compartir el pan es un reclamo preciso para poder compartir otro pan: el compromiso de la justicia, de la solidaridad, de la defensa de aquellas injusticias y sistemas sociales equivocados. La Eucaristía es recibir a Dios que es la VIDA y es expulsar de nosotros todo vestigio de pecado, de egoísmo o de injusticia.

 

También nosotros lo reconocemos a El “al partir el pan” porque la Eucaristía es el encuentro más profundo para cumplir con nuestra misión y tratar a los otros como hermanos. Fijémonos a través de las diferencias sociales, de las clases, de las naciones, de los continentes, a veces cuánta gente sufre de más. Cuántas veces la gente se encuentra en un estado de “la cólera del pobre”, que el pobre sufre. Por eso la Eucaristía nos lleva a tener un trato equitativo y justo con los demás.

 

Queridos hermanos, pidamos al Señor que aumente nuestra fe, no sólo para compartir le Pan de la Palabra , no sólo para compartir le Pan de la Eucaristía , sino también para compartir la suerte de todos nuestros hermanos, en especial de aquellos que sufren más.

 

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.