IX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 7, 21- 27: Los auténticos discípulos de Jesús

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Mateo 7, 21- 27 (ciclo A)

 

Los auténticos discípulos de Jesús

 

En el Evangelio de San Mateo, Jesús nos señala dos caminos: por un lado el de hacer la Voluntad de Dios, y por otro lado el de no hacer esa voluntad y quedarse perdido en tantos caminos estrechos. Es  como ver la dificultad, que a uno se le presenta, entre el “decir” y el “hacer”. Y aquí debemos tratar de unir estas dos palabras porque no basta decir, también hay que hacer. El “hacer”, las acciones, las obras, tiene que estar sostenido por el pensamiento.

 

Jesús habla de ser sensatos. ¿Qué significa?; significa ser sabios, ser prudentes. No hacerse mal y no hacer mal.

 

Es un camino en el que todos estamos peregrinando y tenemos que buscar hacer, en nuestra vida, la Voluntad de Dios. Y esa Voluntad de Dios hay que cumplirla en serio. Hay que buscar y hacer la Voluntad de Dios en serio.

 

Una clave concreta es la siguiente: un cristiano no vive para sí, un cristiano debe dar testimonio, un cristiano tiene que ser discípulo y también tiene que ser misionero.

 

¿Y cuándo uno tiene que ser misionero?

¿Uno es misionero sólo un ratito?

¿Cuando hace una tarea? ¿Cuándo hace una visita?

¿Acaso la misión dura una hora, dos horas?

 

¡La misión dura toda la vida, y también se expresa en una visita a los enfermos, a una familia, a un preso, a alguien que está solo!

 

Pero no es solamente eso. El espíritu misionero no se reduce a una sola acción. Por eso es importante que detrás de la acción, siempre esté el pensamiento, el amor y la fe. ¿Ven?: decir y hacer.

 

Pero yo quiero avanzar un poco más: porque no puede haber dicotomía, no puede haber división, no puede haber falsedad. Tiene que haber unión entre “el decir” y “el hacer”. Ahora bien, el decir ¿nos tiene que llevar a la eficiencia, al éxito? No necesariamente.

 

Uno tiene que hacer y buscar la Voluntad de Dios, pero la Voluntad de Dios no nos lleva necesariamente a la eficiencia. Porque nadie me indica que si yo soy discípulo de Jesucristo voy a tener éxitos en la vida. Porque a lo mejor voy a tener fracasos; a lo mejor voy a tener incomprensiones; a lo mejor, y casi seguro, voy a tener persecuciones.

 

¿Ven?, “el decir” y “el hacer” no se reducen a la eficiencia, sino que se reducen a hacer la Voluntad de Dios. Y la Voluntad de Dios es mucho más amplia que la eficiencia.

 

Hoy pidamos al Señor esta comprensión, para que vayamos trabajando esta unidad interior. Porque si no hay unidad interior no hay fuerza motriz, no hay entusiasmo. Nuestra vida se define en la vida y es así que ante este aspecto,  ante esta situación, ante estas realidades, es una definición muy profunda que toca nuestra existencia, nuestra vida, nuestra alma.

 

La calidad de misionero va a estar contenida por la comprensión del discípulo, por la convicción del discípulo. Y el que está convencido va a ser un buen misionero.

 

Pidamos al Señor esta unión de realidades entre “el decir” y “el hacer” que no necesariamente nos llevará al éxito, pero sí nos tiene que llevar a hacer la Voluntad de Dios que, por cierto, es nuestro mayor bien.

 

Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén