XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 10, 26-33: La valentía de los discípulos

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Mateo 10, 26-33

La valentía de los discípulos 

Estamos ante una realidad extraordinaria, que es inevitable y que estará siempre presente.  

La realidad de la persecución;

La realidad de la confrontación;

La realidad de la aceptación y el rechazo;

La realidad de la vida o de la muerte;

La realidad de la cruz o de la gloria; 

Estas cosas son inevitables y se tienen que vivir porque primero las vivió el Maestro, las vivió Cristo. Y si las vivió Cristo, ¿por qué no las vamos a vivir nosotros que somos sus discípulos? 

El tema es que a uno no lo persigan por tonto, por desubicado, por maleducado o por prepotente. Estamos hablando de cosas serias. Estamos hablando de persecuciones que son de resistencia a la verdad de Dios; resistencia a la belleza de la gracia; resistencia a la presencia de la Iglesia, no de tal o cual persona sino de la Iglesia, del Espíritu de Cristo; resistencia a querer tener una vida digna como cristianos y algunos que no soportan no tenerla o vivir en contra de ella. 

Esto es así, pero no hay que tener miedo. Tenemos “temor de Dios” pero que es para no alejarnos de Dios. El miedo a los hombres es moneda corriente: hoy cualquiera dice cualquier cosa; usa argumentos falaces; quiere corregir con frases que son materialmente iguales a las otras pero que no tienen verdad. 

Se dice “bueno, hablamos de los derechos humanos; hablamos de la Justicia; hablemos de diálogo”, y quizás sean buenas palabras pero las actitudes son contrarias y diversas. Materialmente se coincide pero en la intencionalidad, en la motivación y en la búsqueda, no es igual. 

¡No hay que preocuparse! Siempre habrá una persecución satánica, por así decirlo, y de esto no hay que tener miedo. Pero, Cristo ha vencido al mundo, ha vencido al pecado, no tengan miedo, pero hay que tener cuidado a aquello que no solamente pueda ir en contra del cuerpo, sino a aquello que pueda ir contra el alma y contra el espíritu, ¡ese es el problema! 

Como decía muy bien Raissa Maritain, “el demonio nos tiene presos en las redes sutiles de la ilusión”, se va metiendo como un cáncer, desparramando y corrompiendo todos los tejidos de la humanidad, de la persona, de la familia. ¡Hay que tener cuidado con esto y hay que reaccionar! 

Pidamos al Señor que nos de fuerzas, porque estamos convencidos que seguirlo a El vale la pena. Que nos de fuerzas porque, si lo seguimos, vamos a ver persecución e incomprensión, pero también sabemos que con El podemos tener una vida mucho más digna como personas, como cristianos, como creyentes y también como católicos. 

Es el testimonio tan grande que el Señor nos pide y en el que tenemos que comprometer toda nuestra vida. Acá se ve también que no sólo hay que practicar sino que hay que vivir como creyentes, como religiosos y ¡no hay que vivir con miedo!, porque el que tiene miedo no tiene el corazón abierto a Cristo. 

“¡No teman, Yo estoy con ustedes hasta el final de los tiempos!” 

Que nuestra vida y nuestro apostolado tengan la fuerza de Su presencia; que tengamos la convicción de Su presencia; que tengamos el entusiasmo del anuncio a toda criatura que tiene derecho a conocer a Jesucristo. 

Que el Señor los bendiga y que nunca nos desanimemos. El Señor nos confirma a través de la persecución y las pruebas son objeto de las bienaventuranzas. 

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.