Santa Teresa de Jesús. Patrona de Lanús y Patrona secundaria de Avellaneda Lanús. Homilía Mons. Frassia en la parroquia San Judas Tadeo – Lanús. Conclusión de la II Asamblea del Pueblo de Dios. 12 de octubre de 2008

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

Queridos hermanos y hermanas, sacerdotes diáconos, religiosas, religiosos, laicos.

Señor intendente de Lanús y cada uno de ustedes, querido pueblo fiel:

Mientras caminábamos por las calles de este barrio, de esta parroquia, pensaba en todo lo que se celebra, en todo lo que se festeja, en todo lo que se realiza, porque si no hay fe no se entendería nada. Si hay fe, se entiende.

 

En esta tarde estamos reunidos aquí porque tenemos fe y porque sabemos que la oración llega directamente a Dios, porque el modo de comunicarnos con El es a través de la oración. Y porque creemos en la oración somos capaces de decir y rezar por los demás.

 

De rezar por este municipio. De rezar por nuestra diócesis. De que el obispo bendiga y no eche unos garabatos al aire, sino que es la bendición de parte de Dios para aquel que la recibe y la recibe con fe. Porque cuando uno tiene fe, puede ver más.

 

Rezar por los demás, por los enfermos, por las familias, por los pobres, por los débiles, por los sufrientes, por aquel que se nos ha encomendado en la oración (como hace pocos días un chiquito fue atropellado, Agustín Pereyra, y rezamos por él). O rezar por tantos sufrimientos que hay en la vida y entregárselos a Dios por medio, hoy, de Santa Teresa de Jesús.

 

Pero no sólo rezamos, también pensamos, recibimos y escuchamos. Y queremos escucharlo a Dios porque sabemos que el trato para con El ¡es lo mejor que nos puede pasar! ¡Y es lo mejor que le puede pasar a los demás!

 

En este domingo rezamos por las misiones en todo el mundo. Por todas las personas que se dieron cuenta que ser amigo de Jesucristo significa también ¡correr la suerte de El y ser enviado a los demás para contarles el gozo que uno tiene! ¡Para decirles a los demás que hay esperanza! ¡Para decirles que la vida no termina acá! ¡Que hay trascendencia! ¡Y que Dios nos da fuerzas para este presente y para un futuro mejor!  ¡Que podemos imaginar, soñar y también cambiar! ¡Estamos convencidos y tenemos urgencia de anunciar a Cristo, de llevar a Cristo, de comunicar a Cristo!

Para nosotros, como dice el Santo Padre Benedicto XVI, la Iglesia tiene la dicha y el gozo de evangelizar. ¡Y pobre de nosotros, como dice Pablo, si no evangelizamos!

¡Seríamos las personas más infelices porque habiendo tenido el sentido, lo hemos perdido!

¡Habiendo tenido la razón de nuestra esperanza, la hemos abandonado!

¡Habiendo tenido el motivo del amor, lo hemos perdido!

¡Hemos cambiado el brillante por un cristal pintado que no sirve para nada!

 

Como Iglesia diocesana de Avellaneda Lanús, 520 personas de las distintas parroquias y comunidades, nos hemos reunido en esta II Asamblea del Pueblo de Dios, desde el viernes hasta hoy, reflexionando, pensando, opinando, compartiendo, dialogando, y tomando conclusiones para el presente como Iglesia, en este inicio del tercer milenio, y para ver cómo queremos enfocar la vida hacia delante, hacia el futuro.

 

Con todos los riesgos, con todos los desafíos, pero también con toda la presencia y la convicción de lo que estamos haciendo y de lo que queremos seguir haciendo como personas, como familia, como sociedad y como Iglesia. ¡Es algo estupendo, algo extraordinario!

 

La alegría de todos los hermanos, la alegría de compartir, de ser puntuales en las reuniones, de no tener que “arriar” a la gente para que se reunieran, con qué gozo estuvieron, con qué puntualidad, con qué esfuerzo y con qué alegría, a mí como obispo -que tengo algunas experiencias en esta cosas- me han llegado a emocionar y admirar por el esfuerzo y la participación de todo el Pueblo de Dios: sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos, ¡estaban todos!, ¡hasta el obispo estaba!, ¡estábamos todos!

Esta Asamblea del Pueblo de Dios, nos lleva a tomar conciencia que nos urge Cristo. No tenemos que mirarnos para adentro, sino que tenemos que salir, y salir en serio. Pero salir con identidad. Salir con convicción. Salir no pidiendo permiso, salir mostrando lo que uno cree, lo que uno dice, lo que uno vive, lo que uno transmite. ¡Es muy importante! Y el mundo quiere esto, aunque al comienzo se enojan, pero el mundo necesita de gente convencida. Y nosotros tenemos que estar convencidos para dar razones de nuestra fe.

 

La cercanía con Dios, la amistad con el Señor, también tendrá  los sufrimientos, las incomprensiones, las tribulaciones, las pruebas, ¡pero hay que alegrarse! Si uno sufre por el Señor, si uno sufre por el Reino, ¡bendito sea Dios! ¡Qué triste sería sufrir por el egoísmo! ¡O sufrir por la mezquindad! ¡O sufrir porque baja la bolsa! ¡Qué triste sería sufrir por esas cosas y no ser capaz de darnos cuenta del desafío al que el Señor nos envía y nos llama!

 

Iglesia diocesana de Avellaneda Lanús, hoy queremos pedirle a una mujer sabia, santa, convencida, atrevida pero muy fiel: Santa Teresa de Jesús. Que creyó en el Señor, que no dudó, que amó al Señor, que amó a la Iglesia , que fue perseguida e incomprendida por muchos miembros de la Iglesia de aquel entonces y sin embargo no perdió el amor ¡ni por Cristo, ni por la Iglesia ! ¡Y como ella, es importante no perder el amor por Cristo y no perder el amor por la Iglesia ! Porque Cristo está en la Iglesia y en la Iglesia está Cristo.

 

Pidámosle hoy que revitalice todas nuestras comunidades.

Que bendiga a nuestra diócesis

Que bendiga a toda la gente que ha confiado en nuestra oración

Que bendiga a Lanús, a este municipio, a  todos sus habitantes.

Y que nos bendiga como Iglesia, porque sabemos que creyendo en Dios damos el fundamento para la esperanza y damos el fundamento para anhelar, desear y proyectar una humanidad con futuro. ¡Porque si Dios está, hay futuro! ¡Si Dios no está, no hay futuro, porque no hay fundamento distinto al de Dios!

Esto es importante para afirmar que la fe incide en la vida. Y que la vida tiene que estar iluminada y protegida por la fe. Que son autónomas pero que no se separan porque una tiene el silencio de la otra y las dos van completando, creando, en nosotros una creatura nueva, una persona nueva.

Hombres nuevos y mujeres nuevas, para poder construir una verdadera civilización del amor, con Dios es posible. Con los santos también es posible. Con Santa Teresa es posible. Con vuestra santidad y con la santidad de vuestros pastores, con la santidad de vuestros sacerdotes, con la santidad de vuestras religiosas, con la santidad del obispo, es posible que tengamos un mundo diferente. Un mundo que busque la paz, pero también un mundo que dé la paz. Este es el desafío que todos tenemos.

 

Que podamos responder a Dios con generosidad, con confianza y con perseverancia. Se lo pido para ustedes, para nuestra diócesis y que por medio de Santa Teresa de Jesús, Dios bendiga a todas nuestras comunidades.

 

Que así sea.