I Domingo de Adviento, Ciclo B

San Marcos 13, 33-37: “Estén prevenidos”

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia  

 

Evangelio según San Marcos 13, 33-37 (Ciclo B)

Evangelio: “Estén prevenidos”

 

El Evangelio de hoy nos deja un mensaje tan real, ¡tan real!, porque a veces pensamos, superficialmente, que vamos a vivir muchísimo tiempo o que la vida siempre nos pertenece y no nos damos cuenta que somos peregrinos y que nuestra condición humana es de tránsito. Si uno tuviera fe en serio, sería mucho más fácil vivir.

 

De Dios venimos, con Dios caminamos y a Dios regresamos: esta es la gran verdad. Pero también debemos saber que uno ya vive en Dios, en lo eterno, en lo absoluto, pero va desarrollando, cultivando, desplegando todas las cualidades en el tiempo presente.

 

Y esa presencia de Dios la vive en este presente, aquí y ahora. Porque uno no sabe cuánto tiempo va a vivir, pero sí tiene que tener calidad de presencia, calidad de entrega, calidad de amor, calidad de servicio y no acostumbrarnos a las cosas.

 

¡Las cosas se dicen en vida! Díganle a su familia, a su mujer, a su esposo, a sus hijos, al abuelo, a la abuela, ¡que se quieren! Díganle en vida porque, cuando ya no estén, después se reza. Pero hoy hay que rezar y hay que decirlo en vida.

 

¡Cuiden a los demás!

¡Sean respetuosos de los otros!

¡Cuiden la fama de los otros!

 

No sabemos cuánto tiempo vamos a vivir y más con esta inestabilidad que vivimos. ¡Cuántos accidentes!, ¡cuántas cosas que pasan de repente, y uno se queda con tanto dolor y tanta angustia! Siempre habrá dolor cuando las cosas suceden de repente, pero que por lo menos no tengan el reproche de “¡por qué no le dije antes lo que tenía que decirle y no lo hice!” Eso es responsabilidad de cada uno de nosotros. ¡Por favor, tomemos en serio esta advertencia!

 

Estar prevenidos significa, primero, que el Señor nos puede llamar en cualquier momento, nos puede visitar en cualquier momento. Segundo, que cada cual debe ser responsable de su vida porque, ¿qué vamos a decir?, “yo pensé que me tocaba más adelante y por eso no cambio.” O vamos a decir: “yo pensaba cambiar de aquí a un tiempo porque, total tengo tiempo” ¡Insensato, no tienes tiempo! Uno cambia cuando se da cuenta del momento presente. No manda las cosas “para más adelante”, porque luego ese “mas adelante” va a ser ¡nunca! Por eso debemos estar prevenidos en la presencia de Dios hoy, aquí y ahora.

 

En tercer lugar debemos tener una actitud de vigilancia, de orden, de observación. Hay cosas que hacen bien y hay cosas que hacen mal. Hay cosas que son buenas y hay cosas que son malas. Las malas hay que dejarlas y cuando hablo de “malas” no me refiero solamente a las cosas morales, sensuales o sexuales, también a las “otras cosas”: al comportamiento; al respeto; a la educación; a considerar a la gente como personas no como objetos; tratarlos como sujetos y no como cosas; respetar a todos, a cualquiera, porque si Dios nos respeta y te respeta, ¿quién eres tú para no respetar a los demás?

 

No podemos darnos el lujo de estar desprevenidos, dormidos o mirar para otro lado. ¡A hacerse cargo de su propia vida! ¡A hacerse cargo de su propia responsabilidad!, ¡y a hacerse cargo de su propia respuesta! Siempre contamos con la gracia de Dios.

 

Que en este Adviento el Señor nos ayude a preparar el encuentro con el Señor, el encuentro con los demás y el encuentro con uno mismo.

 

Queridos hermanos les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.