XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 5, 21-43Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia
Evangelio según San Marcos 5, 21-43 (Ciclo B)
Aquí vemos cómo la fe es una exigencia que Dios pone para que se de el
milagro. El milagro se da cuando Dios lo quiere y se da si uno tiene fe; pero no
siempre uno -porque tiene fe- puede pretender del Señor el milagro porque de lo
contrario es una especie de presión: porque yo tengo fe, vos tenés que hacer el
milagro; porque yo tengo fe, no tiene que morir mi hermano; porque yo tengo fe,
no tengo que estar enfermo, etc.
No necesariamente, porque uno tenga fe, no van a pasar las cosas que tienen que
pasar. La fe es una condición esencial para reconocer la presencia de Dios, en
nuestra vida y en todos los acontecimientos, pero nunca puede ser una presión
sobre qué cosas tiene que hacer Dios, o no, con cada uno de nosotros.
El Señor obra cuando el que se acerca tiene confianza y tiene fe, pide al Señor,
confía en Él y el Señor exige -como un elemento importante- la fe para poder
obrar. Puede ser para uno, para otro o para los demás.
Luego, no toda cercanía significa que uno ya tiene fe. Hay distintos modos de
cercanía: física, temporarias, en ciertos lugares, en ciertos momentos, pero no
significa que con eso ya está todo hecho, todo realizado.
La prueba está en que muchas personas tocaban a Jesús, en aquél entonces, y sin
embargo la mujer del Evangelio, la hemorroisa que padecía flujos de sangre, lo
tocó con fe y al hacerlo se sanó.
Vamos a pedir al Señor estas cosas, que son muy claras: que Dios aumente nuestra
fe; confiar en Él y saber que el Señor es Dios de la vida, es Dios de la muerte
y es Dios de todos nosotros; por lo tanto el Señor está presente en todo. En la
salud como en la enfermedad; en la alegría como en la tristeza; en lo que nos va
bien y aquello en lo que nos va mal, el Señor está siempre presente.
La última característica que nos llama la atención es cómo la fe nos vuelca a
ser humanos. Jesús resucitó a la hija de Jairo y después les dice denle de
comer. El que tiene fe jamás puede desentenderse de lo humano. Si se desentiende
de lo humano es porque tiene poca fe. Pensemos en esto.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.