XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
San Marcos 7,31-37: la fuerza de la Palabra y la vivencia del testimonio”Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia
Evangelio según San Marcos 8, 27-35 (Ciclo B)
Evangelio: el misterio que da sentido a nuestra vida
Hermanos, estamos ante el misterio central de nuestra fe, donde se
concentra todo. La pregunta de Jesús y la respuesta de los Apóstoles, por boca
de Pedro: “Tú eres el Mesías”, a lo que Jesús les pide que guarden el secreto;
pero el Hijo del Hombre tenía que sufrir, ser rechazado por los ancianos,
condenado a muerte y que resucitaría después de tres días. Les hablaba “con toda
claridad”, como dice el texto evangélico.
Este es el centro: Cristo abrió sus brazos indicando el insondable misterio de
Dios, ¡Estamos en el centro del misterio!; ¡sobre la cruz, Dios nos abre su
Corazón!; ¡ha revelado su más profundo secreto: es un Dios solidario con todos
los hombres!
No nos dice que no vamos a sufrir, da sentido a nuestro sufrimiento.
No nos quita la cruz, le da sentido.
Nos dice que, si queremos seguirlo, tenemos que renunciar, cargar con la cruz e
ir detrás de Él: “el que quiera salvar su vida la perderá y el que pierda su
vida por Mi y la Buena Noticias , la salvará”
¡El misterio del amor de Cristo y el misterio de la cruz! Ahora sí, ¡se
desdibujan tantas cosas, desaparecen tantas confusiones! Por ejemplo cuando
decimos: ¿por qué hay tanto sufrimiento?, ¿por qué los chicos se mueren de
hambre?, ¿por qué las pestes, las epidemias?, ¿por qué las guerras, los
terremotos, los desastres ecológicos?, ¿por qué tanto dolor en el mundo? Cristo
nunca los vino a quitar, vino a dar sentido.
También decimos: ¿por qué la Iglesia , que tiene que cambiar todo? Respuesta: la
Iglesia cambia los corazones de los hombres en el misterio de Cristo. La Iglesia
no tiene poder para cambiar políticamente las cosas de los hombres. Siempre hay
una sana autonomía y siempre había un escándalo ¿no?
¿Cuál era el escándalo? Era que el Mesías tenía que ser el libertador de Israel,
liberándolo del poder político de aquel entonces, que utilizaban los romanos,
oprimiendo al pueblo.
Pero Cristo no vino por ese poder político.
Cristo vino por algo más universal y mucho más profundo.
Se hizo solidario por todos y para todos los hombres.
¡La impotencia de Cristo en la cruz es la potencia del amor y misericordia que
tiene Dios con todos los hombres! Este es el secreto de Dios que nos ha
revelado. Dios que se ha hecho uno con nosotros, que es solidario y que dio la
vida por todos y cada uno de nosotros.
Que también le podamos responder y que seamos hijos agradecidos a tan grande
amor de de Dios
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.