XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
San Marcos 10, 2-16: ¡Debemos proteger el matrimonio!

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

El texto sagrado nos trae un tema de mucha importancia: el matrimonio entre un hombre y una mujer; el matrimonio para siempre. Sabemos, y es una realidad, que hay tantos matrimonios rotos, quebrados, divididos, peleados, separados. También conocemos la realidad de las nuevas uniones, surgidas después de un fracaso o una ruptura matrimonial. Conozco bien la dificultad que significa vivir  en soledad, en sacrificio y en fidelidad.

 

Algunos pueden pensar que la Iglesia es “dura” cuando afirma algo que es del Evangelio, que es del derecho natural. Sin embargo, cuando uno afirma esto es porque lo cree, porque está convencido y porque no depende de uno. Lo propio, lo original, la finalidad, es un verdadero matrimonio que se funda una vez y para siempre.

 

En ese matrimonio, cuando uno ama, no siempre las cosas salen bien, no siempre uno es el mismo, uno puede cambiar, ser distinto, ser intolerante, tener dificultades; ¡cuántas sorpresas hay ante un hombre!, ¡o cuántas sorpresas uno puede encontrar ante una mujer, que no es la misma de hace diez años! Sin embargo están los hijos, está la familia, envejecen juntos, y así tantas cosas que son importantes.

 

Pero la sociedad, con un gran facilismo, dice que todo es igual y que todo es lo mismo. Yo digo ¡no! No es todo igual, ni es todo lo mismo. Cuando uno se casa, se casa para siempre. ¡Es lo más importante!, después vendrán las dificultades donde, a veces, algunos acertarán al responderlas y otros no.

 

Ante un problema más grave, la Iglesia no está en contra, la Iglesia afirma valores y comprende las dificultades. Lo entendemos muy bien y yo digo que tenemos que ahondar y profundizar en estos problemas.

 

El amor humano y el amor divino son muy importantes, pero ese amor requiere responsabilidad, trabajo, esfuerzo, desarrollo, una tarea de cultivar las cosas. Tanto el hombre como la mujer tienen un débito no solamente conyugal, o genital, o sexual, sino un deber de amor, de cuidarse mutuamente, de hacer la vida agradable al otro, de esforzarse para que prevalezca el bien común y no el egoísmo.

 

¡Hay mucha inmadurez en las personas!

¡Hay mucha inmadurez que deteriora, que lastima y que daña!

¡Por favor, busquemos el proyecto original!

 

Pidamos a Dios que nos de fuerzas para madurar. Porque si uno tiene un fracaso, posiblemente lo repita ante otra persona, porque la inmadurez va con uno mismo.

 

Pidamos al Señor mayor luz para vivir en el equilibrio y en la verdad. Para proteger el matrimonio. Si usted está casado ¡proteja el matrimonio!, ¡proteja a la familia! Recordemos que cada amor, cada familia, tiene su cuota de sacrificio

 

Le pedimos a la Virgen de Luján que bendiga a nuestras familias argentinas y a todas aquellas familias que habitan nuestro suelo. Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.