XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana 



Lectura del Evangelio según san Lucas 16:1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Había un hombre rico que tenía un mayordomo y vinieron a acusarlo de que estaba malgastando sus bienes. Lo mandó a llamar y le dijo: ‘¿Qué es lo que me dicen de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir en tu puesto’. El mayordomo pensó entonces: ‘¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón me quita mi puesto? Trabajar la tierra es superior a mis fuerzas, y pedir limosnas me daría vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, tenga gente que me reciba en su casa’. Llamó uno por uno a los que le debían a su patrón y dijo al primero: ‘¿Cuánto le debes a mi patrón?’ Le contestó: ‘Cien barriles de aceite’. Dijo el mayordomo: ‘Toma tu recibo y escribe cincuenta’. Después dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Contestó: ‘Cuatrocientos quintales de trigo’. El mayordomo le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe trescientos’. El patrón admiró la manera de obrar tan inteligente de su mayordomo ladrón: en verdad los de este mundo son más astutos que los hijos de la luz para tratar a sus semejantes. Yo también les digo: Aprovechen el maldito dinero para hacerse de amigos, para que cuando se les acabe, los reciban a ustedes en las viviendas eternas. El que se mostró digno de confianza en cosas sin importancia, será digno de confianza también en las importantes, y el que no se mostró digno de confianza en cosas mínimas, tampoco será digno de confianza en lo importante. Por lo tanto, si ustedes han administrado mal el maldito dinero, ¿quién va a confiarles los bienes verdaderos? Y si no se han mostrado dignos de confianza en cosas ajenas ¿quién les confiará los bienes que son realmente nuestros? Ningún sirviente puede quedarse con dos patrones: verá con malos ojos al primero y despreciará al segundo. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dios dinero”.

Comentario breve:

En esta parábola Jesús destaca la inteligencia del mayordomo para asegurar su porvenir; este hombre supo descubrir a tiempo que los amigos duran más que el dinero. No somos propietarios, sino mayordomos de nuestros bienes, y los debemos administrar para bien de todos. El dinero no es algo malo, siempre que lo usemos como un medio que facilita los intercambios. Sin embargo, Jesús lo llama “maldito” porque el dinero no es el bien verdadero, el que nos hace justos, o sea, tales como Dios nos quiere. Aunque Jesús parece elogiar el astuto proceder del mayordomo ladrón, en realidad, lo que el Señor está haciendo, es contrastando la astucia de los “hijos de este mundo” con la tibieza de los “hijos de la luz”. La inmoralidad de las acciones del mayordomo no son el punto de la historia. En aquella época, la mayoría de los mayordomos imponían impuestos exorbitantes en nombre del patrón, pero eran ellos los que se quedaban con el dinero. Es probable, que en esta historia, la cantidad de barriles de aceite deducidas haya sido el interés ilegal que el mayordomo se robaría de todas maneras. Jesús puede también comendar al mayordomo por cambiar su vida y comenzar a practicar la justicia aunque fuera motivado por salvar su empleo. Finalmente, el evangelio nos presenta una disyuntiva excluyente: o Dios o el dinero. El cristiano no puede subordinar a Dios a las posesiones.

Tres ideas importantes: de la lectura:

Debemos aprovechar nuestro dinero para ayudar a los necesitados y así conseguir de Dios la recompensa eterna.

Lucas hace resaltar, más que los otros evangelistas, la incompatibilidad entre la religión verdadera y el apego al dinero.

Si nos afanamos ciegamente por conseguir el dinero, éste terminará esclavizándonos y se convertirá en nuestro dios.

Para la reflexión:

¿Estoy comprometido(a) al seguimiento de Jesús tanto como a ganar dinero? Explique.

¿Qué estoy haciendo para que los bienes de mi comunidad sean usados para el bien común?