XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana


Lectura del Evangelio según san Marcos 10:36-52

 En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo (Bartimeo), un limosnero ciego, estaba sentado a la orilla del camino. Cuando supo que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” Varias personas trataron de hacerlo callar. Pero él gritaba mucho más: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”. Llamaron al ciego, diciéndole: “¡Párate, hombre!, te está llamando”. Y él, arrojando su manto, de un salto se puso de pie y llegó hasta Jesús. Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego respondió: “Maestro, que yo vea”. Entonces, Jesús le dijo: “Puedes irte; tu fe te ha salvado”. Y al instante vio, y se puso a caminar con Jesús.

Comentario breve:

Este relato concluye la sección sobre la “ceguera” que comenzó con la curación del ciego de Betsaida (8:22). En el primer caso, el ciego fue llevado hasta Jesús por el pueblo, recobró su visión poco a poco y finalmente regresó a su casa. Por otro lado, Bartimeo clamó por Jesús y le llamó Hijo de David; su fe hizo que la sanación fuera instantánea e inmediatamente “se puso a caminar con Jesús”. Este “caminar” implicaba seguirlo hasta Jerusalén. Marcos colocó las tres predicciones de la Pasión entre estas dos historias de “ceguera”. Es obvio que Bartimeo “vió” más que los discípulos de Jesús que habían estado con él por tanto tiempo. Marcos indica que para seguir a Jesús es indispensable comprender su Pasión, muerte y Resurrección.
 

Tres ideas importantes de la lectura:

  • Los discípulos permanecieron “ciegos” hasta después de la Resurrección y la venida del Espíritu Santo cuando “sus ojos se abrieron”.

  • La pregunta de Jesús al ciego es la misma que le hizo a Juan y a Santiago: “¿Qué quieren de mí?” Los hermanos pidieron los puestos de más prestigio y su respuesta contrasta con el humilde deseo del ciego quien ha comprendido mejor la autoridad de Jesús que consiste en servir.

  • No podremos comprender la verdadera identidad de Jesús hasta que no comprendamos su sufrimiento y su muerte.

Para la reflexión:

  1. ¿Me he sentido alguna vez “ciego” ante Jesús y su mensaje? ¿Qué hizo que recobrara mi “visión espiritual”?

  2. Cuando me veo en apuros, ¿tomo la iniciativa de pedir ayuda a Dios o a otros como lo hizo Bartimeo? De ejemplos.